Ser vegetariana en un país latino no es imposible. Tenemos ingredientes maravillosos que son ideales para preparar comidas vegetarianas en casa y tener una dieta variada. Pero si uno no tiene una fuerte determinación, es fácil caer en la comodidad de hacer lo mismo que el resto, y renunciar rápidamente a este estilo de vida.
Mi experiencia como vegetariana empezó alrededor de los 4 años, cuando mi mamá puso el pavo navideño recién salido del horno sobre la mesa. No recuerdo qué pasó por mi cabeza en ese momento, pero de pronto una compasión indescriptible hacia el dorado y jugoso animal se apoderó de mí, y prometí que no volvería a comer carne.
Uno pensaría que la palabra de un niño de esa edad no tiene mucho valor, y que al día siguiente ya me habría olvidado por completo de mi promesa; pero a pesar de mi juventud, cumplí lo que dije, y lo sigo cumpliendo más de 25 años después. Desde ese momento dejé de comer pollo, pavo, jamón y carne roja. Lo único que no dejé de comer por un tiempo fueron el pescado y las salchichas, estas últimas porque no sabía que provenían de una fuente animal.
Hacer el cambio en mi alimentación no fue complicado en una casa como la mía, ya que vengo de una familia que no es muy tradicional. Mi mamá pasó por muchos períodos de semi-vegetarianismo durante mi niñez, y mi hermano mayor es vegetariano desde hace más de 20 años, por motivos religiosos. Que yo dejara de comer carne no era algo completamente nuevo y desconocido para ellos, y nunca cuestionaron esta preferencia. Por el contrario, la nutrieron y ayudaron a florecer, preparando comidas vegetarianas para mí cada día, y adaptando todos mis platos favoritos a mi nuevo estilo de alimentación.
Sin embargo, lo que sucedió fuera de casa fue una historia completamente distinta. Ir a comer a la calle se volvió una experiencia bastante limitada en muchos casos. En alguna ocasión, no encontré nada en el menú que pudiera comer. Al explicarle a los meseros que era vegetariana, muchas veces me ofrecieron pollo como alternativa, pensando que sólo me refería a la carne roja.
Y luego estaba el problema de ir a comer a casas ajenas, teniendo que siempre ser la "difícil" por la que tenían que cambiar todo el menú, o teniendo que conformarme con comer el arroz que acompañaba el plato principal. En mi fiesta de graduación, me pasé una hora entera bailando sola mientras todos los demás cenaban, ya que la comida por la que había pagado, no ofrecía nada que yo pudiera comer.
El sentimiento común en nuestros países es que uno necesita comer de todo, y si no lo hace, algo anda mal. Hasta tuve un nutricionista que se negó a atenderme porque estaba totalmente en contra del vegetarianismo, y más de un dietista en el gimnasio me dijo que mi alimentación era un error y que por lo menos debía comer ocho huevos al día para compensar mi falta de proteína. Fue cuando me fui a estudiar a Inglaterra e hice muchos amigos hindús que me contaron que ni ellos ni sus madres, ni sus abuelas habían probado ningún tipo de carne jamás, que me di cuenta que uno puede vivir toda la vida siendo vegetariano sin tener ningún problema. Los vegetarianos tienen incluso mayor expectativa de vida, pero esto es algo que la sabiduría popular latina se niega a aceptar.
Cuando me mudé a Nueva York hace varios años, y fui invitada a mi primer asado, la parrilla estaba llena de hamburguesas y salchichas vegetarianas. Viniendo de un país donde cada vez que voy a una parrillada con amigos, lo único que puedo comer, ante la risa de todos, es el pan, esto fue como estar soñando despierta. Por encima de esto, que nadie me repitiera toda la noche que no sabía de lo que me estaba perdiendo, y me tratara de convencer a que probara un poco de carne, fue un alivio al que me acostumbré rápidamente.
Ser vegetariana y vivir en Nueva York son dos aspectos de mi vida que conviven en perfecta armonía. En esta gran ciudad soy una más del montón y nadie se sorprende cuando se enteran que no como carne. Me siento bienvenida en cada supermercado al que entro, o restaurante que visito, pues en todos encuentro innumerables opciones sin carne que ayudan a que mi dieta sea de lo más variada y nutritiva. Mi vida, en cuanto a la comida se refiere, es muy fácil aquí. Pero no siempre fue así.